Ya han pasado siete años desde su realización. La distancia temporal me empuja a hacer varias autocríticas, ver cosas que se habrían podido hacer de otra forma. Pero creo que el documental cumple su misión principal: explica la historia del Rap y el Graffiti en Bogotá, y deja ver la otra cara de la moneda de la ciudad de Hip Hop al Parque.
Este documental no se hubiera podido hacer sin el impulso de la otra realizadora, María Isabel Garcés.